LSociedad Chilena de Cirugía Plástica (SCCP) estima que más de 15 mil cirugías se realizan anualmente en nuestro país, siendo las mujeres quienes más se someten a estos procedimientos. Lo mismo pasa a nivel global, ya que el 86,5% de los pacientes son mujeres y un 13,5% hombres. Pero, ¿qué motivaciones existen tras la decisión de entrar a pabellón para mejorar la estética?

Natalia García Canceco, alumni de la Escuela de Sociología U. Mayor, respondió esta última interrogante en la investigación “Motivaciones de las chilenas para reconfigurar sus cuerpos mediante cirugía plástica estética”, que incluyó la participación de mujeres de entre 25 y 54 años que se sometieron a una operación de este tipo.

Entre las conclusiones que la profesional destaca, está el cómo operan los ideales de belleza en Chile y el mundo, pues ésta es una experiencia compartida por el género femenino en Occidente.

“Estos estereotipos corporales reforzados en medios de comunicación y redes sociales no sólo llevan a una mujer a operarse, sino también las limitan desde su manera de vestir hasta dejar de hacer cosas, como tener sexo. Todo, por cómo perciben su cuerpo y cómo lo comparan con estándares de belleza mundiales”, precisa.

La socióloga añade que la decisión de reconfigurar el cuerpo también pasa por la influencia de los círculos más cercanos sobre la apariencia física de la persona: “Hay una insatisfacción con el cuerpo y se genera esta necesidad de corregirla, especialmente si existe un comentario crítico por parte de un familiar o amigo. Ahí la cirugía toma aún mayor relevancia”, precisa García.

En este contexto, las participantes del estudio indicaron que se operaron por “decisión propia para obtener una mayor autoestima”, aludiendo a una necesidad interna. Sin embargo, la socióloga explica que “esas ganas de aumentar la autoestima pasan por corregir esa parte del cuerpo que molesta, en base a estos ideales, por ende, siempre existe esa influencia y presión social”.

Además, de acuerdo al estudio, pese a los efectos positivos de una cirugía estética, ésta no llega a resolver los niveles de insatisfacción corporal: “Al saber que el cuerpo es perfectible, entonces se refuerzan muchas disconformidades que seguimos teniendo físicamente” dice García y cuestiona, “¿realmente una cirugía contribuye al bienestar físico y mental de las pacientes?”.

Ética profesional 

Tras la investigación, una de las quejas frecuentes por las pacientes es la poca información que recibieron por sus médicos, en donde se repitió la frase: “Si hubiese sabido que iba a doler tanto, no me lo hago”.

A esto, se suma el dato de la SCCP, donde se estima que por cada 1 cirujano plástico certificado existen 6 que no lo son y están realizando este tipo de procedimientos.

“Existe este gancho de información como si el proceso fuera algo mágico e inmediato, pero en verdad es invasivo, con un postoperatorio largo y doloroso. Se desconoce el impacto de la etapa de recuperación y eso es una crítica a la ética profesional de cada médico, pero también a las pacientes, que deben tener un rol más activo a la hora de informarse sobre la cirugía que se quieren realizar”, precisa la socióloga.

Finalmente, García añade que, como sociedad, es necesario desarticular el mensaje de medios de comunicación sobre los ideales de belleza: “¿Por qué el cuerpo, tan personal y tan privado, termina siendo algo tan público?, debemos impulsar el desarrollo de una cultura que acabe con la opinión sobre los cuerpos ajenos y privilegie a la persona en su totalidad y no sólo por cómo luce".

Cabe destacar que, próximamente, la profesional planea publicar esta inédita investigación en un journal especializado en la temática.